Luces en mi mente,
caos en mi interior.
Territorio perdido
de cuando éramos hostiles,
cuando una promesa significaba
el primer tiro,
o una palabra de aliento
la primera puñalada.
Y ahora,
una herida de guerra
que nunca se cura,
un charco vacío,
una lágrima ácida.
Lo que quedó encima
del colchón
al mezclarse
los besos
con las penas,
los susurros
y tus manos,
nuestros cuerpos,
entrelazados,
el dolor
y tu cuello.
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