Y te tropiezas, caes y te levantas.
Vuelves a intentarlo y te vuelves a caer.
Y llega un momento en el que te preguntas,
"¿Por qué estoy haciendo todo esto? Si es que ya no tengo motivos para volver a levantarme, ya no me quedan fuerzas para seguir sufriendo."
Y entonces oyes una risa y alguien se acerca a tí y te cuenta todas las razones para seguir caminando y ser feliz y te das cuenta de que todo por lo que has sufrido no merece la pena.
Solo te queda pensar que ahí habrá una persona pendiente de tí.
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