Supe que me estaba esperando por cómo me miró.
A medida que me acercaba a él me ponía más nerviosa aún.
Le miré atentamente; su pelo castaño parecía alborotado por el aire y sus ojos verdes miraban al vacío. Estaba sentado en el banco más cercano a la puerta principal. Tenía los codos apoyados en las rodillas y los dedos entrelazados y movía nerviosamente las piernas.
Cuando llegué se giró lentamente hacia mí y me miró rápidamente para volver a la misma posición.
Me senté a su lado y sigió sin decir nada. Parecía estar buscando desesperadamente algo que decir o el modo en el que decirlo. Empezaba a impacientarme. Quería que hablara de una vez. El silencio se estaba volviendo insoportable.
- Emm.. .yo... es que...-hizo una leve pausa y suspiró- a ver, quería decirte que, aunque ya lo sabes...-me miró fijamente- que me importas mucho y...- se sonrojó- que aunque hace mucho que no nos vemos, ni hablamos ni nada, que no sé... ¡joder!, ¡que te echo de menos! - dijo finalmente.
- ¿Qué...qué me echas de menos?, ¿en qué sentido?- dije tartamudeando.
- Pues en que en el sentido de que te necesito, que necesito hablarte, y verte y estar contigo y reirnos de cualquier cosa, y en sentir que hay alguien ahí, que para mí eres especial, ya lo sabes, pero quería recordartelo por si no te acordabas y también decirte que no puedo vivir sin tí, no hay manera...
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