Está en la sangre y en cada latido del corazón.
Cayendo tan rápido que es difícil saber a dónde.
Bajando a algún sitio que no llega a ninguna parte pero que no empezó nunca.
Un destello de luz y vuelta a la oscuridad, noche de tormenta.
Hace demasiado frío aún para querer despegarme de estas mantas donde ya no está.
Y es que me he olvidado de mi nombre de tanto pensar el suyo.
Sigue respirando para luchar contra nuestras pesadillas.
No voy a negar que quiero que esto termine.
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